Skip to main content

Cómo discriminar un buen cambio de trabajo

Si por primera vez se quiere entrar en el mundo laboral, o si ya se llevan muchos años, lo normal es que en un momento dado haya que tomar una decisión. ¿Acepto una oferta de trabajo? ¿Acepto un ascenso? ¿Me presento para sustituir a un compañero durante sus meses de ausencia? Puede ser que la persona lo vea clarísimo con lo que no hay ningún problema, pero también es probable que la persona dude. Y mucho: ¿Qué pasará en mi casa si tomo esta decisión? ¿Qué me dirán en el trabajo si no me presento? Y un largo etcétera de preguntas comunes para las personas que somos indecisas. Partiendo de la diabólica base de que no decidir nada es también una decisión, se han escrito miles de textos acerca de cómo tomar decisiones. A saber: lista de pros y contras, tomar la decisión en familia, tomar la decisión en pareja, comparar corto y largo plazo, consensuar vida familiar y laboral, lanzar una moneda y ver qué cara se me queda al ver el resultado, etc.

Todos estos consejos acerca de cómo tomar una decisión son muy buenos, pero tienen el inconveniente de ser poco concretos. Una lista de pros y contras está genial. Pero después de hecha seguramente la persona se quede igual de indecisa. Es por ello que me gustaría compartir un consejo que me trasladó una persona que posee la extraña virtud de la sabiduría.

Fíjense sólo, única y exclusivamente en el martes. El martes. Compare sus martes de hoy en día con los martes de después de su cambio. Haga el mayor esfuerzo mental posible, escriba, dibuje, pida ayuda para el martes.

¿Por qué el martes? ¿Por qué es tan importante ese día tan insulso? La división de la semana en 7 días (sea o no por mandato divino) estructura toda nuestra vida. Nos estructura los periodos de trabajo, estudio, ocio y descanso. Imagínese que está pensado en un ascenso. O en un trabajo nuevo fuera de la ciudad en la que vive. Digamos que ese ascenso tiene ciertos beneficios socialmente percibidos: sueldo, cierta dosis de poder y glamour. El momento de disfrutar de ello seguramente sea el fin de semana. Familiares y amigos le verán como un triunfador. Llevará más dinero a casa. Puede que tenga que trabajar esos fines de semana, pero su aura brillará bastante. Sin embargo, de lunes a jueves existirá una contraprestación. Es ahí donde hay que pensar en los martes. ¿Dónde y cómo me voy a despertar el martes? ¿Cuántas horas trabajaré? ¿Me gustará mi trabajo? ¿A qué hora me dedicaré a mi vida personal? ¿Tendré espacio para familia y amigos?

Los fines de semana son cortos e irreales. No se puede basar la vida en ellos. Sin ir más lejos los domingos son extraños y oscuros profetas de la semana siguiente y normalmente hay que dedicarlos a preparar la semana, viajar… (su mente estará YA trabajando).  Si ustedes están deprimidos los domingos es que tienen muy malos martes.

La vida real sucede los martes. Es lo que hacemos, lo que vivimos, lo que somos. El tiempo que dedicamos al trabajo y a nuestra vida personal.

La situación es mucho más complicada si hay niños en casa. ¿Por qué? Para responder a eso espero que les guste la ciencia ficción. ¿Han visto alguna película que los protagonistas viajan en un cohete durante un año y al volver a la Tierra han pasado 5 o 10 años? Es una consecuencia de la Ley de la Relatividad. Pero, aunque no se lo crean, con los niños pasa lo mismo. Los adultos van en naves espaciales, mientras que los niños se quedan en la Tierra. El tiempo para los niños pasa MUY despacio. Recuerden su infancia, lo larguísimas que se hacían las semanas. Un viaje de trabajo de una semana para un profesional es muy poco tiempo. Para un niño es una pequeña eternidad. El sistema nervioso de los niños está en pleno aprendizaje y adaptación al medio. Cada segundo es procesado y degustado. Si la decisión de trabajo pasa por ver menos a los niños recuerde lo siguiente: cada día fuera para un adulto son tres para un niño. No es una afirmación melodramática. Lo importante es ser consciente de todos los datos.

¿Quizá está aburrido en el trabajo y necesita un cambio? ¿Quizá no puede permitirse el lujo de elegir? Todo eso está bien. Si su martes va a ser mejor el cambio será mejor. Y si no puede elegir, ¡magnífica noticia!, no hay que tomar ninguna decisión.

Así pues, tome todo esto, mézclelo en una coctelera llamada martes y vea dos películas. La de hoy y la de mañana. Después elija que peli le ha gustado más.

¡Buen martes!